Les adjunto un extracto de una nota que me gustó mucho, para leer y compartir.
Cuando caemos en la cuenta de que padecemos una enfermedad grave, toda nuestra energía se vuelca contra ella para vencerla, sea a través de cirugía o del tratamiento que fuere. Pues entendámoslo: la Argentina está enferma de mala educación. Que más del 50% de los adolescentes argentinos no sepa leer es equivalente a una enfermedad de las que pone en riesgo el futuro; en este caso, del país. Mala calidad educativa es sinónimo de ignorancia, y la ignorancia es el principal enemigo de la libertad y de la inclusión social.
En primer lugar, lo que debemos hacer como ciudadanos y padres responsables es exigir mejor aprendizaje para todos. Tenemos el deber de reclamarlo. Es llamativo que en nuestro país se reclame por infinidad de temas, pero el reclamo por la madre de todos nuestros inconvenientes, la falta de buena educación, no exista. Permanecemos callados porque creemos que nuestros hijos acceden a buenos maestros. ¿Pero sólo hasta nuestros hijos nos ocupamos?
Esto es lo que estamos obligados a cambiar: debemos ocuparnos de todos los alumnos del país. Tenemos una oportunidad próxima: la calidad educativa debería convertirse en tema central de debate electoral de octubre. Para eso, la ciudadanía lo debe demandar y premiar con su voto a quien mejores condiciones ofrezca en el ataque frontal a este mal que nos aqueja. Pasada la elección, debemos seguir ocupándonos y exigiendo la mejor educación para todos. Esta sería una respuesta madura y democrática al principal problema argentino: la mala educación de sus futuros ciudadanos.
Recordémoslo, exijámoslo. De nosotros depende.
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